lunes, 30 de agosto de 2010

Caras

Las nubes pasan rápidamente delante de mi ventana llevadas por el viento. Son nubes pequeñas con todo tipo de formas. Hacía mucho tiempo que no me ponía a mirarlas pasar, observando lo que muestran, o mejor dicho lo que parecen. Un búfalo, un dragón, una rana… pero lo que normalmente veo son caras. No sé por qué, pero hasta los animales se me acaban convirtiendo en caras. Supongo que será porque me gusta observar a la gente y ver qué expresan éstas. Las caras de los niños muestran una inocencia de la que hace ya tiempo me olvidé. Sin embargo hay caras que no me gusta mirar; me dejan mal cuerpo. Éstas son las arrogantes, las lascivas y las cínicas, entre otras. Cada vez que veo éstas, decido ignorarlas y tratar de buscar algún niño, tratando de no pensar en que estas caras inocentes puede que acaben como las caras que rehúyo.

Llevo más de dos años pensando en abrir un blog y parece que por fin me he puesto a ello.

Comienzo con este retrato de una niña que saqué hace 3 años en Oslo, el 17 de mayo, durante el día nacional noruego, en el que los noruegos celebran orgullosos su independencia vistiendo los trajes tradicionales de cada región del país escandinavo.


La niña señalaba a un amigo mío, que es un tanto especial, que pretendía darle una rosa a la reina, que saludaba desde el balcón del palacio real. La flor estaba atada a unos globos con helio y mi amigo proyectaba acercarse al palacio, llamar la atención de su majestad e ir soltando hilo para que los globos subieran a la altura de la reina plebeya, Sonia Haraldsen. La niña miraba y señalaba divertidamente a mi amigo, que iba vestido con un gorro de “cowboy” y traje negro con camisa granate. A pesar de que tratamos de persuadirle de que no era una buena idea intentarlo, mi amigo, que repito es un poco especial, trató de cumplir con su misión, pero fue parado por la guardia real. De algún modo les contó lo que intentaba y según nos contaba después, el jefe de la guardia le aseguró que le haría llegar la rosa a la reina de Noruega.

Hará un año, hablé con él de nuevo. De repente, en mitad de la conversación, me preguntó que si tenía novia. Le respondí que no y me preguntó que por qué no. Por respuesta dije que no era fácil. Sorprendido soltó: ¡Pero si es muy fácil! Mira, tú vas por la calle, ves una chica que te guste, te acercas y le dices que te parece muy guapa y sugieres si se quiere casar contigo. ¡Y ya está! A continuación dije irónicamente: ¡Sí! ¡Seguro que eso funciona! Respondiéndome él: A mí me funcionó. Yo desconocía que tuviera novia, ya que cuando le conocí estaba soltero. Así que no sabía bien como coger lo que me acababa de decir. Pero, para mi sorpresa, así conoció a su actual mujer, con la que se acababa de casar...

1 comentario:

  1. Andre, Andre, haha, que personaje, gracias a que vivió una semana por casa, la gente de Barcelona, y nosotros, podemos corroborar su existencia.

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